- 09 de agosto de 2017
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La Generación Z (la llamada Generación Millennials, que incluye a los nacidos entre 1995-2010) no rechaza la tienda física, pero está convencida de que todo lo que hay en el mercado está disponible en línea.
Para la próxima generación (Millennials=próxima generación) no hay una interpretación matizada de la Red: la empresa que no es capaz de presentar, y por tanto ofrecer sus productos en la Red, simplemente no existe.
La presencia en la web es un índice de confianza, al igual que las opiniones o los comentarios son cruciales para la decisión final de compra. Las opiniones en los medios sociales son más fiables que los canales de comunicación tradicionales. Importa más lo que se dice en línea que el conocimiento de la marca según los esquemas tradicionales de marketing.
Por estas razones, la comunicación a esta generación no puede evitar planificar los canales digitales con previsión y seleccionarlos cuidadosamente.
La adicción digital de los millennials llega hasta tal punto que Facebook existe desde siempre y ya parece una herramienta "anticuada". Se comunican a través de mensajes de audio en whatsapp y utilizan fotos en instagram para transmitir sus emociones y experiencias.
El resultado es el paso de la dimensión "literaria/abreviada" que caracterizaba a los primeros mensajes sociales a una comunicación hecha de simbolismo a través de caras de emoticonos que son la representación estilizada de un estado de ánimo. El miedo, la felicidad, el asombro se reducen a jeroglíficos posmodernos de una generación que viaja a velocidad supersónica perpetuamente conectada. La transición del teclado al uso de comandos de voz está ya tan cerca y es tan obvia que todos los grandes actores tecnológicos están implementando software para comandos de voz
Para esta generación, el coche sigue siendo un producto con componentes emocionales, pero con menos rasgos distintivos que en el pasado. La compra de un bolso de diseño, un nuevo smartphone o un vestido de moda son compras que tienen un contenido emocional diferente según la percepción de cada consumidor. El coche ha sido un producto único comparado con un objeto sensual/erótico. La pérdida de parte de los elementos distintivos y exclusivos lo aplana a un papel más común y neutral. Tanto es así que para una parte importante de la Generación Z, comprar un coche es una acción innecesaria y costosa. Mejor alquilar o compartir o incluso renunciar a otras formas de movilidad.
No hay riesgo de pérdida de estatus porque el coche ya no es el elemento determinante y único para identificar la posición social. Por el contrario, casi en contratendencia como forma de rechazo, para esta generación la lectura de su propio bienestar o éxito social se realiza con expresiones alternativas y múltiples, más articuladas y menos descaradas.
El resultado es una generación mucho más informada, menos conformista y, por tanto, más compleja, que no se deja influir por las formas tradicionales de comunicación. Para los millennials, los componentes emocionales quedan relegados a los grandes problemas que afligen al mundo (a los que son especialmente sensibles).
Esto supone un nuevo reto para quienes se dedican a la comunicación corporativa, ya que se ven obligados a rebajar los componentes emocionales del producto en busca de una mayor racionalidad y concreción en el mensaje, inmediatez en las respuestas, eficacia y rapidez en la prestación del servicio o producto.
Normas que, con diferentes variaciones y algunas exclusiones, son sin embargo universales e incluyen casi todos los productos. Coches incluidos.
(Michele Lombardi)